Un argentino en el Gran Buenos Aires

Thursday, February 16, 2006

Nueva Casa

Cortito y al pie. Lucy, la dueña de la casa donde estaba viviendo, me invito a retirarme. Me llevaría mucho tiempo explicar porqué tuve que partir. Tendría que empezar a meterme en el mundo de los comportamientos humanos y demás. Así que solo voy a decir que no hubo Química y un nuevo camino me fue marcado.
Después del entredicho con Lucy, armé mis valijas y emprendí la retirada.
Tuve mucha suerte, ya que al día siguiente ya tenía dos nuevas propuestas (sacadas de internet) para compartir hogar.
El primero era un depto en un complejo de edificios con Pileta, Gimnasio, Sauna, Cancha de Tennis y demás. El otro lugar una casa de familia a 5 cuadras de mi trabajo.

Me encontré con Martha, la mujer que buscaba alguien para compartir el depto, en el estacionamiento del lugar. Me dió una muy buena impresión apenas la vi. Una mujer muy tranquila y humilde. Mientras subiamos las escaleras del complejo, rumbo a su depto, fuimos intercambiando algunas palabras. Me comentó que era de Kenia, Africa y que vivía en los EU desde el 88.
La casa me pareció bastante linda. Un departamento de tres ambientes con amplio living comedor y dimensiones aceptables. El recorrido por el lugar fue express. Lo más importante para mi fue chequear mi futura habitación. Podría decirse que si bien no era de las dimensiones a las cuales estaba acostumbrado en lo de Lucy, el perímetro estaba dentro de lo razonable.
Por la ventana de la pieza ofrecida se podía visualizar parte de la Bahía. A la derecha encontré un vestidor; y en segundos me mostró que el baño de adelante de la pieza era el privado de la misma.
Luego de la recorrida nos sentamos unos minutos y hablamos del precio y demás utilidades incluidas en el mismo. Me retiré del lugar bastante conforme con lo encontrado. Ahora tenía que ver la segunda casa.

Al día siguiente me dirigí hacia la segunda vivienda. El dueño, un Salvadoreño llamado Mauricio, tenía dos cuartos libres luego de que su abuela tuviese que ser internada de urgencia por serios problemas de salud.
Muy amablemente me invitó a pasar y en cuestión de segundos ya me había mostrado todo su hogar. -Tengo la impresión que realmente le caí bien, ya que fue muy evidente su entusiasmo por tenerme viviendo en su casa.
De repente me vi sentado en un sillón en frente del partido Argentina-Alemania del mundial del 86, el cual había traido el muchacho minutos antes en un casette VHS e insertado en su videocasetera. Y mientras Maradona hacía sus piruetas contra los Alemanes en la final, el salvadoreño empezaba a traer prendas de vestir compradas en Buenos Aires. "Esta campera de cuero la pagué re barata, 300 dolares. No me acuerdo bien, pero era una zona llena de negocios". No estoy muy seguro si me estaba demostrando su instinto de hacer negocios (300 dolares?) o su inmenso amor por Argentina, que lo llevó a desembolsar 300 dolares en una campera de 50 pesos.
De cualquier manera, más allá de tener que soportar la gripe de sus hijos, y la de él (no paraban de toserme), la muy buena onda que mostró hacia mi compensó todo el resto.
Asi que partí del lugar totalmente convencido sobre cual sería mi nuevo hogar. Cuatro metros después de abandonar la casa de Mauricio; revolví en mi bolsillo, agarré mi celular y llamé a Martha.

Ya pasaron 2 semanas y la verdad es que no me puedo quejar. Martha es una persona muy amigable. Y las instalaciones del lugar son más que confortables.